La vuelta a casa por Navidad tiene algo de desgarro. Para José, son retornos gratuitos a su adolescencia, para Estefanía, recuerdos tapados de su infancia y para los demás, encuentros familiares con consecuencias identitarias. Dicho de otro modo, que no te ubicas.
“Tengo los mismos roles que a los 16”, se queja José por WhatsApp. Lleva cinco años fuera de casa, se graduó de la carrera hace siete y vive solo en Londres desde hace dos. Pero cuando vuelve a Badajoz, él es el hermano chinchón, el amigo responsable, el nieto favorito. Llega y habla, pero de cosas que no le ocupan dos minutos el resto del año. Recuerda su amor por el piano, que no toca más que en Navidad, repasa sus ligues de bachiller, guardados en el lóbulo insular, y se ríe de aquella vez que tiró el estuche por la ventana al patio de las monjas. Eso todavía le saca una carcajada.
Pero no sabe expresar que ahora escucha a Bad Bunny, no rock español, ni que por fin salió del armario. No sabe cómo contar que ha vivido un año salvaje desde la esquina del sofá. Además, ¿quién le entendería?, piensa José a la hora de comer. Los baremos son otros y no encuentra lenguaje compartido, ni con su familia, ni con sus amigos del colegio. Así que se limita a recordar al profesor de mates que odiaba a la clase, a la chica del instituto por la que todos babeaban, y a Luis, el gamusino que se fue del cole en quinto de primaria pero que nadie perdió de vista.
Las conversaciones se repiten y José disfruta. Tener 16 de nuevo no está mal. Por las tardes, los abuelos preguntan por teléfono que cuándo vuelve al pueblo, que si se echó ya moza, que a qué se dedica, que si está contento. José responde con evasivas, aderezadas con algún detalle para entretener a la audiencia. “Mucho curro en el trabajo, abuela. Que mi jefe, el de los tres gatos, es un cabrón”, responde el 22 de diciembre. “Esa boca… Lejía hay que darla”, contesta ella. Y así sigue, enfrentándose a quién es y a quién era, sin tener claro qué hacer con sus dos “yo”.
Pero no solo es José. Son todos, los miles de emigrados post-adolescentes y medio adultos que vienen a casa por Navidad y huyen de nuevo en enero. Viajan a Barcelona, a Dublín, a Madrid o a Nueva York, entre lloros de despedida, algunos, y cantos de alegría, otros. Y vuelven a empezar. Se reconstruyen, se repiensan y se sienten medio a gusto medio a disgusto, hasta que pasan los días y se olvidan del chaval de 16 años, del que pencaba a los 12 y del que odiaba el fútbol a los 10. Como Ulises regresando a Ítaca, ni los otros les reconocen ni ellos se ubican.
De qué se habla en la calle: alt-right americana
El mundo online de la derecha alternativa (alt-right) estadounidense (extrema derecha con tintes racistas) se sostiene sobre varios pilares: algunos medios como Breitbart News, redes sociales como Parler, y teorías conspiratorias como las de QAnon. De la mano de grandes inversores como la familia Mercer, la derecha alternativa se ha estructurado en poco más de 10 años.
La década de los 2000 supuso el nacimiento de los agregadores de noticias, como el Huffington Post, y los inicios de las redes sociales, como Twitter. Y, poco a poco, lo mismo ocurrió en la extrema derecha. Tras fundar el HuffPost, el comentarista americano Andrew Breitbart quiso crear algo parecido para lectores de derechas así que en 2007 lanzó Breitbart News. Al principio la página se limitaba a agregar contenido de distintas agencias combinándolo con blogs de política. Pero pronto logró financiación del donante de derechas Robert Mercer. Este, convencido de que había que retomar la cultura monopolizada por la izquierda, invirtió hasta diez millones de dólares. (Mercer hizo su fortuna en el fondo Renaissance Technologies, de los primeros de Wall Street en implementar algoritmos para hacer trading).
Tras la muerte de Breitbart en 2012, el medio completó el giro que ya había comenzado. Steve Bannon, ideólogo americano de extrema derecha, tomó las riendas de la publicación contratando a personalidades como el controvertido Milo Yiannopoulos o el comentarista Ben Shapiro (que acabó renunciando por desacuerdos). Desde entonces Breitbart News se ha alineado con la extrema derecha americana, defendiendo ideas de supremacismo blanco, publicando mentiras y alentando teorías conspiratorias. Cuando Trump ganó fuerza en 2016, Bannon y los Mercer (Robert y su hija Rebekah) no dudaron en apoyarle. Breitbart News hizo campaña a favor del candidato, publicando cientos de noticias en contra de Clinton. (Bannon más tarde se aseguró una posición en la Casa Blanca, aunque le duró poco).
Y mientras Breitbart crecía y Trump se agarraba al poder, apareció la teoría conspiratoria QAnon, que ha calado en el imaginario colectivo de la alt-right americana. QAnon nació en 2017 argumentando que Trump lucha contra un “estado profundo” (deep state) formado por los Clinton, Obama y Soros, quienes participan en una red de tráfico sexual de niños. La conspiración ha tenido tanto éxito que en 2019 un hombre mató en Nueva York al jefe de la mafia italiana, Francesco Cali, diciendo que Cali trabajaba en contra de Trump. La última de QAnon es que las elecciones presidenciales de noviembre fueron amañadas por la izquierda, algo que Breitbart se ha encargado de difundir.
Además de Breitbart, el alt-right tiene otro modo de difusión: la red social Parler. En 2018, dos ingenieros lanzaron la app, al estilo Twitter, pero sin moderación de contenido ni recolección de datos. Los Mercer, por supuesto, invirtieron en la red. Al principio solo se unieron a la app personalidades como Alex Jones, un comentarista al que vetaron de YouTube y Facebook por compartir desinformación y teorías conspiratorias. Pero después de las elecciones, Parler la ha petado. Ha duplicado el número de usuarios (ahora tiene más de 10 millones) y ha dejado de ser periférico (muchos conservadores se han unido a la app). El éxito de Parler es un signo más de la polarización actual, con QAnon campando a sus anchas en una red en la que no hay control.
En apenas diez años, la extrema derecha americana se ha organizado, marcando su lugar en el mundo digital. Con Breitbart News a la cabeza, Parler como red social y QAnon como conspiranoia marginal, la derecha alternativa ha venido para quedarse.
Para saber más, este reportaje, sobre los Mercer, estos artículos sobre Parler y QAnon y este podcast del Wall Street Journal están genial.
Qué se comenta en la redacción
Mil veces os he recomendado a Elena Ferrante pero quiero reiterar lo buena que es. En los cuatro libros de la saga napolitana, en España conocida como Dos amigas, Ferrante nos habla sobre la amistad de dos niñas en Nápoles, que sobreviven a un mundo masculino y en ruinas. Vemos a Lenu y Lila abandonar la infancia, cambiar en la adolescencia, enamorarse, superar desengaños, tener hijos y buscar su sitio en un entorno que les asignaba un rol claro.
Una de las personas más influyentes según Time en 2016, Ferrante ha publicado varios libros bajo ese seudónimo tratando siempre los mismos temas: la maternidad rechazada, el matrimonio fallido y la amistad femenina. El último, La vida mentirosa de los adultos, salió en inglés y español en septiembre, de nuevo con mucho éxito. Pero, pese a ser una genia, en España todavía no ha adquirido mucha popularidad.
Quizá lo más valioso para mí es su falta de escrúpulos para desentrañar sentimientos complejos (rechazo y cariño hacia su madre, envidia y admiración hacia amigas, soberbia e inferioridad hacia el mundo profesional). Además, es una de las pocas escritoras (porque asumo que es mujer) que logra que sus personajes femeninos representen la condición humana, no la de su género.
En el segundo libro, las protagonistas Lila y Lenu se reencuentran tras años sin verse. Lenu, con ganas de fardar por sus éxitos vitales; Lila, sin ganas de nada. La primera lo percibe así: “[…] she was explaining to me that I had won nothing, that in the world there is nothing to win, that her life was full of varied and foolish adventures as much as mine, and that time simply slipped away without any meaning, and it was good just to see each other every so often to hear the mad sound of the brain of one echo in the mad sound of the brain of the other.”
Para leer a gusto
1. Este reportaje de Paige Williams, Octubre 2020, sobre el Lincoln Project (un grupo de republicanos en Estados Unidos que han hecho campaña a favor de Biden).
The week of Labor Day, the founders of the Lincoln Project, a super PAC of Republican operatives who have disavowed their own party in order to defeat President Donald Trump, set up a war room in a location far outside Washington, D.C. […] Another type of ad is designed to unsettle a single viewer—the President himself—and often appears during TV programs he is likely to watch. “Shrinking” directly addresses Trump, saying, of his notorious Tulsa campaign rally, in June, “You’ve probably heard this before, but it was smaller than we expected.” The founders knew that they were getting to the President when he started tweeting and talking about them, predictably calling their organization the Losers Project.
2. Este relato de John Cheever, 1947. Estas primeras frases son geniales.
Jim e Irene Westcott pertenecían a esa clase de personas que parecen disfrutar del satisfactorio promedio de ingresos, dedicación y respetabilidad que alcanzan los exalumnos universitarios, según las estadísticas de los boletines que ellos mismos editan. Eran padres de dos niños pequeños; llevaban casados nueve años; vivían en el piso doce de un bloque de apartamentos cerca de Sutton Place; iban al teatro una media de 10,3 veces al año y confiaban en residir algún día en Westchester.
Irene Westcott era una muchacha agradable y no demasiado atractiva, de suave pelo castaño y frente fina y amplia sobre la que nada en absoluto había sido escrito; en tiempo frío solía usar un abrigo de turón teñido de tal forma que parecía visón. No podía afirmarse que Jim Westcott aparentase ser más joven de lo que era, pero al menos podía asegurarse que parecía sentirse más joven. Llevaba muy corto el pelo ya grisáceo, se vestía con la clase de ropa que su generación solía llevar en los campus de Andover, y su porte era formal, vehemente y deliberadamente ingenuo. Los Westcott se diferenciaban de sus amigos, vecinos y compañeros de estudios únicamente en su común interés por la música seria. Asistían a un gran número de conciertos, aunque raramente se lo decían a nadie, y pasaban gran parte de su tiempo escuchando música en la radio.
3. Este poema de la polaca Wislawa Szymborska.
Ya nunca sabré
qué pensaba de mí A.
Si B. llegó a perdonarme de verdad.
Por qué C. aparentaba que no pasaba nada.
Qué papel jugó D. en el silencio de E.
Qué esperaba F., si es que esperaba.
Qué aparentaba G., a pesar de estar segura.
Qué quería ocultar H.
Qué quería añadir I.
Si el hecho de que yo estuviera a su lado
tuvo alguna importancia
para J. para K. y para el resto del alfabeto.
Perdón por mi inconstancia pero creo que estos meses todo costaba un poco más. Esperemos que 2021 sea tranquilito. Felices fiestas, queridos.
Carmen
Imágenes de @miri_arroyo