“Ayma, chico, ponme tres de croquetas de jamón”, grita Lorena en el restaurante La Competencia un 28 de diciembre. La camarera corre a por las croquetas, mientras ella se sirve dos Albariños y el resto del grupo burgalés se ahoga en cervezas San Miguel. Por Navidad los burgaleses vuelven a su ciudad, así que nos juntamos los amigos del colegio con Lorena a la cabeza, exuberante, feliz, y bastante exigente. “Chico, que quiten estos platos de aquí. ¡Camareraaa! Qué lenta está la pava, chico”.
Cuando Lore cumplió 16 años, se pegó uñas postizas, se puso tacones peludos y decoró su vocabulario con chacho, acho, a fuego ninio, potorro y otra docena de palabras cuestionadas por la RAE. Se enamoró de las motos, las carreras de coches ilegales, el ciclismo, los perros y salir de fiesta, pero también nos adoraba a nosotros. Los dos días al año que nos vemos—porque la tía se escurre que da gusto—, Lore se abalanza sobre el primero que pilla, dejándole sin aire entre besos e insultos. Y es que bajo la capa de barrio, se le escapa la infancia, la niña de las treinta mascotas y de las venadas cariñosas.
Si durante la comida blasfema, en el postre queda como una reina. “Oye yo con vuestro permiso me voy a llevar una trufa a la boca”, nos dice con toda su educación, una sonrisa a medias y muchísima inocencia. Los demás nos reímos, porque por fuera puede cambiar cada año, pero por dentro sigue siendo la quinceañera que protegió a un escarabajo en el Espolón. “Pasa, señora, pasa”, le susurraba al insecto mientras los demás solo queríamos pisotearlo. También, la que tenía un erizo en el jardín, una iguana en el desván y varias mascotas más que ni recuerdo.
Pese al vocabulario enriquecido y a bailar reguetón con los tacones rotos, Lore sigue siendo la misma, porque rara vez dejamos de ser niños. Solo escondemos algunas partes, moldeamos otras y nos deshacemos de capas de inocencia. Ahora Lorena no llamaría ‘señora’ al escarabajo, pero la tía seguiría protegiéndolo—“Ayma chico, dejad al animal vivir tranquilo que no os ha hecho nada, macho”.
De qué se habla en la calle
2020 ha arrancado movidito para Estados Unidos. El pasado viernes 3 de enero un dron americano mató al general iraní Qasem Soleimani, bajo las órdenes del presidente Trump, llevando a lo que algunos consideran que podría ser la tercera guerra mundial.
Quién es: Soleimani era el comandante más importante de las fuerzas militares de Irán.
Por qué: Durante las últimas semanas, las relaciones entre Estados Unidos se habían deteriorado. Fuerzas militares pro-iraníes atacaron la embajada americana en Bagdad, Irak, encerrando a los diplomáticos estadounidenses durante 24 horas el 31 de diciembre. Dos días antes, Estados Unidos había matado a 24 miembros de milicias pro-iraníes en Irak y Siria, como respuesta a ataques procedentes de Irak que acabaron con la vida de varios americanos. (Irak e Irán, ambos con gobiernos chiitas, son aliados).
Ahora qué: La muerte del general se considera un acto de guerra, así que desde Estados Unidos se espera que Irán contra-ataque con violencia. Tanto es así que durante el fin de semana el hashtag #WW3—World War 3—se hizo viral. En las cafeterías neoyorquinas los camareros se preguntan si serán llamados al servicio y buscan excusas que usarán para no ir al frente. (Todos los hombres estadounidenses tienen que registrarse a los 18 años con el gobierno por si hay guerra, pero no ha habido un “draft” desde los 70).
Para más detalle, leed este artículo del New Yorker que explica cómo hemos llegado aquí y qué puede pasar ahora.
Qué se comenta en la redacción
Hace unos meses escribí sobre las novelas napolitanas de la genia Elena Ferrante. Además de su serie de cuatro, Ferrante ha escrito varias novelitas deliciosas como “The Lost Daughter”, en español “La hija oscura”. Publicado por primera vez en 2006, este libro reflexiona en 150 páginas sobre las ataduras de la maternidad.
Leda—italiana, divorciada y con dos hijas—se va de vacaciones sola a la costa donde conoce a otra madre e hija napolitana. Por fuera, la novela tiene poca acción, pero por dentro, pasa de todo. Leda reflexiona su falta de instinto maternal, su vanidad, y su lucha por mantener su ‘yo’ y no desaparecer entre las necesidades de sus hijas. “A veces escapar sirve para no morir”, dice la protagonista sobre su papel como madre. Si algo se le da bien a Ferrante es verbalizar sentimientos que uno no sabe ni que existen.
Hace un año la actriz Maggie Gyllenhaal compró los derechos del libro para hacerlo película así que Ferrante, que ya llegó a HBO, podría estar en la gran pantalla muy pronto.
Para leer a gusto
1. Este reportaje de Dexter Filkins en el New Yorker, Diciembre 2019, sobre cómo ha cambiado India con Modi.
“The change in Kashmir upended more than half a century of careful politics, but the Indian press reacted with nearly uniform approval. Ever since Modi was first elected Prime Minister, in 2014, he has been recasting the story of India, from that of a secular democracy accommodating a uniquely diverse population to that of a Hindu nation that dominates its minorities, especially the country’s two hundred million Muslims. Modi and his allies have squeezed, bullied, and smothered the press into endorsing what they call the “New India.””
2. Este relato de Julio Cortázar, 1951.
“Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.”
3. Este poema de Jaime Gil de Biedma, 1962.
“Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno
sino un estado místico del hombre,
¿la absolución final de nuestra historia?”
Perdón por mi ausencia durante los últimos meses. Nuevo objetivo en 2020: constancia.
Disfrutad de los Reyes,
Carmen
Imágenes de @miri_arroyo